Santo Domingo, RD. – El icónico Jet Set, que por décadas latió como el corazón de la vida nocturna capitalina, se desvaneció entre la polvareda de la demolición. Sin embargo, su final no ha sido tan transparente como su brillo en el pasado. La desaparición de los escombros de la avenida Independencia ha encendido una llama de interrogantes entre los habitantes del Distrito Nacional y hasta en las propias autoridades: ¿por qué los restos de este símbolo fueron trasladados, en la penumbra de la noche, a la lejana ciudad de Santiago, sin una explicación convincente?
La demolición, presentada como parte de un loable “proceso de reestructuración urbana”, ahora se ve empañada por un velo de misterio. Es difícil no sentir una punzada de suspicacia cuando camiones cargados con los despojos de una estructura tan significativa, de casi 150 kilómetros de distancia, son movilizados con tal hermetismo. Las “versiones extraoficiales” que hablan de partidas nocturnas desde el solar, sin rastro de información pública sobre la empresa o el procedimiento, solo alimentan la sombra de la duda.
La voz de los comunitarios resuena con desconcierto: “Primero se anunció la demolición como parte de un plan de desarrollo, pero ahora no sabemos ni quién se llevó los escombros ni para qué”, clama un residente del sector. Y es que la opacidad es un caldo de cultivo para la desconfianza.
Mientras el Ayuntamiento del Distrito Nacional guarda un silencio que raya en lo cómplice, las especulaciones sobre un posible “relleno” o “reutilización en construcciones privadas en Santiago” no hacen más que elevar la ceja. Expertos en urbanismo, con su sensato llamado a la regulación y fiscalización del manejo de escombros, no solo por el medio ambiente sino para evitar “prácticas irregulares”, parecen estar advirtiendo sobre un escenario que ya podría estar materializándose.
La presión ciudadana y mediática crece, y con razón. Se exige un informe detallado, una explicación honesta. Porque el Jet Set, más allá de ser un edificio, era un pedazo de la memoria colectiva. Y su “desaparición” no debería ser un enigma, sino un capítulo cerrado con la verdad. Es hora de que las autoridades municipales y el Ministerio de Medio Ambiente aclaren este turbio traslado y pongan fin a la inquietante historia de los escombros fugados del Jet Set.