Santo Domingo Este, D.N. – En el corazón del populoso Santo Domingo Este, sobre las aguas del río Ozama, se alza un gigante de concreto que, pese a su vital importancia para la conexión entre Los Mina y Sabana Perdida, clama por atención. Se trata del puente Gregorio Luperón, popularmente conocido como el “puente de La Barquita”, una estructura que soporta el tránsito diario de miles de vehículos y que, según residentes de la zona, se encuentra en un alarmante estado de abandono.
Esta crucial vía de comunicación, erigida en 1978 durante los doce años de gobierno del fenecido presidente Joaquín Balaguer en honor al héroe de la Restauración dominicana, se ha convertido en un símbolo de la negligencia gubernamental, según testimonios de quienes residen en sus inmediaciones.
Vecinos y usuarios habituales del puente aseguran que, desde su construcción, el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) y otras instituciones estatales no han llevado a cabo intervenciones significativas para garantizar la seguridad tanto de conductores como de peatones que lo transitan a diario.
La falta de mantenimiento visible y la ausencia de mejoras sustanciales a lo largo de los años han generado preocupación entre la comunidad, quienes temen por la integridad estructural del puente y los riesgos que su deterioro progresivo podría acarrear para la seguridad vial.
El puente Gregorio Luperón, concebido como un motor de desarrollo y conexión para la zona oriental de la capital dominicana, hoy se erige como un recordatorio de la necesidad de una gestión y supervisión constante de las infraestructuras vitales para el desarrollo y el bienestar de la ciudadanía. La interrogante sobre cuándo las autoridades tomarán cartas en el asunto y devolverán la seguridad y funcionalidad plena a este importante viaducto sobre el Ozama el cual resuena con fuerza entre los habitantes de Santo Domingo Este.