Barcelona y Mallorca, España. Cientos de manifestantes recurrieron a tácticas poco convencionales, usando pistolas de agua contra turistas desprevenidos el pasado domingo, en una serie de protestas coordinadas en Barcelona y Mallorca. El objetivo: exigir una profunda reconsideración del modelo económico actual, al que culpan de la creciente crisis de vivienda y de la erosión del carácter distintivo de sus ciudades.
Estas marchas marcaron el primer esfuerzo coordinado de activistas preocupados por el turismo excesivo en los principales destinos del sur de Europa. Si bien la concentración más grande se dio en Mallorca, donde varios miles de personas se congregaron, cientos más se sumaron a las movilizaciones en otras ciudades de España, así como en Venecia, Italia, y Lisboa, Portugal.
Los manifestantes argumentan que la afluencia masiva de turistas está elevando los precios de los alquileres a niveles insostenibles para los residentes locales, expulsándolos de sus propios barrios y transformando la esencia cultural de sus comunidades en meros parques temáticos para visitantes. La “guerrilla del agua” es una muestra de la frustración creciente y la búsqueda de visibilidad para sus demandas.
Este movimiento antiturismo, que parece ganar fuerza, plantea un desafío significativo para las autoridades locales y nacionales, quienes ahora deberán equilibrar los beneficios económicos del turismo con las crecientes preocupaciones sobre la sostenibilidad social y ambiental de estas populares destinaciones.