Una mañana tranquila en Jerusalén se transformó en una escena de horror y pánico cuando dos atacantes palestinos abrieron fuego indiscriminadamente contra una multitud en una parada de autobús. El atentado, que las autoridades israelíes han calificado como un acto terrorista, dejó un saldo de al menos seis muertos y más de una veintena de heridos, sumiendo a la ciudad en el caos.
La emboscada y la huida desesperada
El ataque ocurrió este lunes en la concurrida intersección de Ramot, un área en las afueras de Jerusalén. Los pistoleros llegaron en un vehículo y, sin previo aviso, comenzaron a disparar contra las personas que esperaban el transporte público.
Los sobrevivientes describen momentos de confusión y desesperación. Marca Cohen, una mujer de 72 años que se encontraba en un autobús, relató cómo el conductor mantuvo las puertas cerradas mientras los disparos resonaban afuera. “El autobús iba repleto de pasajeros. El conductor nos tuvo diez minutos encerrados, no abría las puertas”, dijo. Cuando finalmente se abrieron, la gente corrió para ponerse a salvo.
Eliazar Toledano, otro testigo, describió el pánico que se apoderó de la gente. “De repente, empecé a oír una ráfaga de disparos, al principio pequeña, y luego se intensificó”, comentó. La multitud, al principio, no entendía qué estaba pasando, hasta que alguien gritó “¡ataque terrorista!”. La gente corrió en todas direcciones, dejando a su paso a “personas cayendo o lastimándose”.
Identidades de las víctimas y la rápida respuesta
Las balas alcanzaron tanto a quienes esperaban en la parada como a los pasajeros de los vehículos. Las víctimas, identificadas en las horas posteriores, reflejan la diversidad de la vida cotidiana en Jerusalén. Entre los fallecidos se encuentra Yaakov Pinto, un joven español de 25 años que había emigrado a Israel; Sarah Mendelson, una mujer de 60 años nacida en Argentina; y dos rabinos, Levi Yitzhak Pash y Mordechai Steinsteg. También murieron Israel Mentzer y Yosef David, residentes de la zona.
La tragedia podría haber sido mayor de no ser por la rápida reacción. Un soldado y dos civiles armados que se encontraban en el lugar abatieron a los dos atacantes palestinos antes de que llegaran los equipos de emergencia.
El jefe de personal de emergencias, Uri Shaham, y el médico Ohevya Sharabi describieron la escena como “muy, muy difícil”, con “gente tirada en el suelo, gente sangrando, gente en pánico, corriendo en todas direcciones”.
Además de los seis muertos, los paramédicos trasladaron a 13 heridos a hospitales, seis de ellos con lesiones graves. El incidente también dejó a decenas de personas con ataques de ansiedad, lo que subraya el trauma psicológico que un evento de esta naturaleza genera en la comunidad. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, se desplazaron a la escena para condenar el ataque. Aunque grupos como Hamas y la Yihad Islámica celebraron el atentado, no asumieron la responsabilidad directa