Hace exactamente 20 años, el huracán Katrina inició un ciclo de destrucción que no terminó hasta pasados 10 días, durante los que azotó el sur de Estados Unidos y sumergió gran parte de la ciudad de Nueva Orleans. Más de 1,300 muertos y daños valorados en más de 125,000 millones de dólares fueron su legado.
Pese a las advertencias de los meteorólogos sobre su intensidad y las órdenes de evacuación en poblaciones como Nueva Orleans, el exceso de confianza de las autoridades y las comunidades locales dejó un caldo de cultivo que precedió a la masacre.
El Katrina, el duodécimo ciclón y el quinto huracán de la temporada del Atlántico en 2005, es uno de los cinco huracanes más mortales que han alcanzado Estados Unidos y el más costoso del que se tienen registros.
El Katrina tocó por primera vez tierra el 25 de agosto de 2005 en el sureste de Florida, convertido en un huracán de categoría 1 —de un total de 5 en la escala Saffir-Simpson—, un día después de haberse formado al sureste de las Bahamas.
Ya entonces dejó rastro de su potencial destructivo al ocasionar inundaciones y 14 muertos en Florida.
Lo peor, no obstante, estaba por venir en los próximos días. Tras intensificarse a su paso por el Golfo, el huracán llegó a la categoría 5 y registró vientos máximos sostenidos de 280 kilómetros por hora antes de alcanzar la costa sur de EE. UU., donde causó los mayores estragos.