Juan Gómez conoce un modelo de negocios que le promete duplicar el dinero que invierta en su plataforma digital. Sabe que da resultados porque sus familiares y amigos ya lo han probado, obteniendo ganancias cada semana. Al indagar más, Juan escucha que le hablan de “acciones”, “bonos” y “rendimientos garantizados”, términos que le dan confianza.
Una vez da el paso, Juan recibe el doble de todo lo que invierte durante un par de meses. Al poco tiempo, el negocio decae y su gerente deja de contestar mensajes y llamadas, justo en el momento en que la suma invertida por Juan ya superaba los cinco dígitos.
Este ejemplo, ilustrativo, se materializa en la vida de miles de dominicanos que apuestan su dinero en “fórmulas mágicas” sin saber que se tratan de estafas. La Superintendencia del Mercado de Valores (SIMV) estima que, de cada diez denuncias que recibe, seis se tratan de transacciones privadas que carecen de vinculación con este mercado.