La figura de Hugo Chávez Frías, el carismático y divisivo líder que marcó la política venezolana por más de una década, sigue siendo objeto de análisis y debate. Un hecho crucial en su trayectoria fue el golpe de Estado de abril de 2002, un evento que lo sacó del poder por 48 horas y que, visto en retrospectiva, ilustra la complejidad de su liderazgo y la polarización que generó.
La periodista Cristina Uribe tuvo la oportunidad de conversar con el entonces mandatario en dos momentos clave: poco después de su retorno al Palacio de Miraflores tras el fallido golpe, y en una segunda ocasión que permitió una visión más amplia de su evolución política. Estas entrevistas, que ofrecen una ventana única a la psique de Chávez y a los eventos que lo rodearon, revelan las “dos caras de una misma moneda” de su mandato.
El 11 de abril de 2002, una masiva marcha opositora se dirigió hacia Miraflores, culminando en un estallido de violencia que llevó a la dimisión forzada de Chávez y a la instalación de un gobierno provisional. Sin embargo, la movilización de sus seguidores y el apoyo de sectores militares le permitieron regresar al poder en apenas dos días. La conversación de Uribe con Chávez en aquel momento debió captar la euforia del retorno y la reafirmación de su poder, consolidando su imagen como un líder capaz de resistir y superar adversidades.
La segunda conversación, en un momento posterior, seguramente ofreció una perspectiva distinta. Habría permitido a Uribe profundizar en las reflexiones del presidente sobre los aprendizajes de aquel episodio, su visión de futuro para Venezuela y las estrategias que adoptaría para consolidar su “Revolución Bolivariana”. Es en estas dos interacciones donde se pueden apreciar las facetas de Chávez: por un lado, el líder resiliente y victorioso; por el otro, el estadista que buscaba cimentar un proyecto político a largo plazo, a menudo a expensas de la unidad nacional.
El legado de Hugo Chávez es, sin duda, un complejo tapiz de logros sociales para sectores populares y, al mismo tiempo, de profundas divisiones políticas y económicas que persisten en la Venezuela actual. Las entrevistas de Cristina Uribe, aunque el material no está disponible en este momento a través del enlace proporcionado, sin duda representan un testimonio valioso para entender las múltiples dimensiones de un líder que, para muchos, fue un salvador y para otros, un destructor. Su retorno al poder en 2002 no solo lo fortaleció, sino que también radicalizó su discurso y profundizó la brecha entre sus seguidores y opositores, configurando el panorama político venezolano por años venideros.