Desde las primeras horas de la mañana, el bullicio de vehículos y personas en movimiento anuncia el inicio de otro día de intercambio comercial.
Los lunes, miércoles, jueves, viernes y domingos, antes de que el sol despunte sobre el río Masacre, cientos de personas se agrupan en el puente fronterizo que conecta a Dajabón, en República Dominicana, con Juana Méndez, en Haití.
Este mercado binacional, más que un simple centro de comercio, se ha convertido en un símbolo de vida, lucha y esperanza para miles de comerciantes de ambos países.
“El mercado fronterizo de Dajabón es la columna vertebral de la economía de esta región, y gran parte del país también se beneficia de él”, dice Santiago Riverón, alcalde de Dajabón.
Las calles de Dajabón se llenan de un bullicio vibrante: haitianos cargando sacos de arroz, aceite y productos agrícolas dominicanos, mientras ciudadanos exhiben telas, electrodomésticos y ropa usada.
Mujeres con niños a la espalda negocian precios en una mezcla de español y creole, mientras jóvenes emprendedores empujan carretillas o conducen trimotos repletas de mercancías.